La fibra fermentable tiene gran importancia para la microbiota y por ende para nuestra salud. Los microorganismos se encargan de digerirla y a cambio nos aportan sustancias beneficiosas.
En lo que respecta a la fibra fermentable, es importante el origen, grado de madurez y el modo como se cocina.
La encuentras en:
- Fruta, verduras, ajo crudo, cebolla cruda o macerada, cereales integrales como la avena, legumbres, almidones resistentes
receta gachas de avena
receta cebolla macerada
- Trigo sarraceno, quinoa, mijo (muy bien lavados y remojados)
receta Trigo sarraceno con calabaza y setas
- Kuzu, arroz y patatas cocinadas-enfriadas-recalentadas
receta patatas prebióticas
receta arroz prebiótico
- kuzu-umeboshi
ver receta
- Manzana, pera, zanahoria cocidas y si son ecológicas con piel (ricos en pectinas)
- Arándanos, cacao, té verde, manzana, miel cruda (ricos en polifenoles)
ver receta compota de arándanos con kuzu
- Semillas de lino, chía hidratadas, agar-agar (ricos en mucílagos)
ver receta pudding de chía
ver receta de gelatina con algas agar-agar
- Achicoria (es un buen sustituto del café), espárragos, alcachofas, cebolla macerada en vinagre (ricos en fructanos)
ver receta de cebolla macerada
- Avena, hongos y setas (ricos en hemicelulosas)
La avena ha demostrado efectos en el control de la glucemia, del colesterol y en la modulación positiva de la microbiota intestinal
ver receta gachas de avena
Lo mejor es variar tus fuentes de fibra fermentable pues la VARIEDAD de la FIBRA que tomamos contribuirá a una MICROBIOTA más diversa.
Si para ti supone un cambio de hábitos, un consejo: hazlo de manera MUY PROGRESIVA.