El Yoga enseña que, así como aquello que comemos afecta normalmente a nuestra salud, lo que entra en nosotros a través de los órganos de los sentidos, alimenta nuestra mente.
Hasta el siglo XX, la gente normalmente paraba su actividad cuando oscurecía, a primeras horas de la tarde, hasta las horas tempranas de la mañana siguiente. Con la invención de la luz eléctrica, todo esto cambio. Ahora, ordenadores, televisores, buscas, móviles, luces de neón y alarmas de coche, por citar unos cuantos ejemplos, crean una avalancha de visiones y sonidos que pueden ser mucho más irritantes para el sistema nervioso de lo que se cree.
Los estudios indican que los entornos de trabajo ruidosos incluso cuando los trabajadores creen que los sonidos no les están molestando, pueden activar el sistema de respuesta al estrés. Por eso, la sobrecarga sensorial, puede estar agravando niveles de estrés que ya de por sí están por las nubes en el mundo moderno. No resulta extraño que la mayoría de las personas les resulta tan difícil concentrarse.