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Digestión y microbiota

El número de personas que siente molestias asociadas a la digestión como hinchazón y distención abdominal, mal estar, gases, acidez, reflujo… ha aumentado en las últimas décadas. Hasta un 40% de la población sufre alguno de estos síntomas. Y esto es un problema pues el sistema digestivo es la clave de otras enfermedades.

Si quieres mejorar tus digestiones, pasa por cuidar la microbiota. Pero, vamos por partes. Lo primero: comprende cómo haces la digestión.

Cuando ingerimos alimento, la BOCA tiene un papel más importante de lo que se le suele atribuir. Es importante masticar lentamente y ensalivar bien los alimentos, esto ayudará a la descomposición de los alimentos y hará la digestión más ligera. Además, desencadena reacciones que hacen que el ESTÓMAGO produzca ácido.
El estómago es una caldera ácida (con un PH entre 1 y 2) que además de ayudar a la digestión de los alimentos, mata las bacterias procedentes del exterior.
Los alimentos parcialmente digeridos, junto a enzimas segregadas por el páncreas y el hígado, pasan al INTESTINO DELGADO, cuyo interior está repleto de vellosidades responsables de absorber la mayor parte de los nutrientes y trasladarlos a la sangre.
El último tramo corresponde al intestino grueso o COLON, donde lo que llega principalmente es fibra. Ahí, nuestras bacterias (que están en mucho mayor número que en cualquier otro punto del tubo digestivo), van a fermentar la fibra que el sistema digestivo no puede digerir. Esta fibra fermentable alimentará las bacterias y las células del intestino.

Cuando se produce un desequilibrio de la microbiota, o disbiosis, puede darse una pérdida de microorganismos beneficiosos, un crecimiento excesivo de microorganismos prejudiciales y una pérdida de diversidad microbiana que conducirán a esos trastornos digestivos.
La inflamación intestinal que originan puede conducir a una mala absorción de nutrientes, fatiga, hinchazón y otros problemas digestivos.

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