Se acerca el verano y surgen las eternas dudas sobre salud. Además, la medicina avanza. Cada año aparecen nuevos estudios acerca de los beneficios y los perjuicios del calor, la exposición a la luz solar, la alimentación, etc. Pero hay aspectos esenciales que a veces olvidamos y que conviene tener bien presentes. Vayamospor partes.
Algunos de los beneficios del verano:
- La exposición a la luz solar es fundamental para que nuestro organismo sintetice vitamina D. La vitamina D es clave para la absorción del calcio. Y el calcio, básico para nuestros huesos. Si, además, tienes más de X años (especialmente, si eres mujer), el calcio debe ser una prioridad de salud en tu vida.
- La vitamina D tiene un segundo beneficio: influye en nuestro estado de ánimo. El descenso de horas de luz solar durante los meses de otoño e invierno se relaciona con niveles bajos de vitamina D. Esto influye en nuestro equilibrio psicológico. El verano nos ofrece una oportunidad sencilla y natural de recuperar unos buenos niveles que nos ayuden mentalmente.
- En verano tenemos más posibilidades y facilidades para hacer vida fuera de casa (más, en estos tiempos ). Esto redunda en una mayor actividad física y en que disponemos de más facilidades para hacer deporte al aire libre.
- El cuerpo nos pide en verano cambios en la alimentación: necesita más hidratación y menos calorías. Una dieta más ligera. Más líquidos. No tenemos que combatir el frío, sino la pérdida de líquidos. Deberíamos aprovecharlo para cambiar nuestros hábitos alimentarios.
- Y, finalmente, el calor nos invita a desprendernos de capas de ropa. La piel entra en contacto con el entorno. Recibe, como decíamos, el impacto beneficioso de la luz solar, con todo lo que esto significa.
Y la pregunta que nos podemos hacer es ¿cómo aprovecho estas ventajas; cómo le saco el mayor partido?
Aquí van nuestros cinco consejos de salud para aprovechar el verano:
Toma el sol, sí, pero con 15 minutos de exposición a la luz solar 3 veces por semana –con una crema factor de protección 30 ó más– son suficientes para aumentar la producción de vitamina D. No necesitamos más. Y los excesos no nos benefician en nada. Otro día hablaremos sobre las precauciones que debemos tener con el sol.
Ejercicio. Ya que podemos hacer ejercicio al aire libre sin los inconvenientes de la lluvia y el frío, ¡aprovéchalo! Porque no sólo de calcio viven nuestros huesos (aumentar la musculatura también nos ayudará a protegerlos) y porque el deporte adecuado a cada uno de nosotros y en la medida justa previene lesiones, problemas físicos y enfermedades. Una buena tabla de ejercicios, bien orientada y preparada por un profesional es la opción más segura y eficaz. En el parque, en la terraza, en el jardín de casa…, ¡donde sea! Te conectas en directo o a una clase pre-grabada y haces del verano la mejor estación para cuidarte.
Hidrátate. Bebe más líquidos: agua, zumos naturales… Y aligera la dieta. Baja el consumo de grasas. Tu cuerpo no las necesita en la misma medida que en invierno. Consume productos que te aporten más hidratación.
No hay piel más hermosa que una piel sana. Así que cuida tu piel. Ahora que estará más expuesta, protégela del sol y de la contaminación. E hidrátala. Como el resto de tu organismo, en verano necesita más hidratación, tanto interna como externa. Líquidos y alimentación te ayudarán. Y si necesitas algo más, complementa e hidrátala externamente.
Complementos nutricionales. Complementar es algo que debemos hacer todo el año. Pero en cada estación de forma diferente, según de lo que carezcamos, o lo que necesitemos. En los países nórdicos forma parte de los fundamentos de su sistema de salud. Sobre todo en relación con la vitamina D, a pesar de que su dieta es rica en esta vitamina. Pero no importa. Saben que el actual ritmo de vida, la contaminación, el estrés, etc. hacen insuficiente lo que comemos, por muy variada y sana que sea nuestra dieta. Complementar enriquece nuestra alimentación. Y esto ayuda a nuestra salud.
En definitiva: sácale el máximo partido a estos meses estivales.